miércoles, 2 de diciembre de 2015

Terapia Vol. I

Recuerdo cuando en la televisión o las películas veía escenas de terapias de grupo: gente sentada en círculo hablando de sus problemas y su vida miserable, una mesa con café malo y algunas galletas, a veces rezaban o decían maldiciones. No recuerdo exactamente cuándo fue la primera vez que tomé terapia, aunque sí recuerdo a todos mis terapeutas. 

Primero fue una mujer que me atendía en secundaria- una pedagoga o algo así- que ya no sabía qué hacer conmigo, yo me la pasaba más tiempo en su oficina que en clases porque me daba miedo ver a mis compañeros y de ahí me iba a la enfermería a que me trataran la gastritis nerviosa que me cargo desde los 9 años. Luego fue un psicólogo a unas calles de mi casa que me decía que rompiera trozos de papel o tela en vez de romperme los brazos con la navajita de los sacapuntas. Tres meses después se mudó sin avisarme. Algo así como un año más tarde fui con uno que le cobró una millonada a mi hermana para tenerme acostada en un sofá escuchando música y haciendo dibujos de mis problemas. Hace un año, en el 2014, comencé a frecuentar a una amiga de mi mamá que es enfermera con especialidad en tanatología y logoterapia, ya que la muerte de mi papá me dejó histérica y agarré unas tijeras y me corté el pelo para ver si me importaba. No quedé pelona, pero mi cabello era un asco.

Hace unos meses me inscribí a terapia de grupo en un lugar que aún no sé qué carajos es. Me dijeron que no había terapias individuales, pero podían meterme en una de grupo los viernes. Pensé en Fight Club y las escenas de Breaking Bad donde Jesse tomaba terapia de  grupo; llegué tarde a la primera terapia y no me dejaron entrar. En realidad lo hice a propósito. Llevo más de un año llegando tarde a propósito a cualquier parte, me da miedo llegar temprano y esperar, tener tiempo para pensar, pienso en mi amigo el que se suicidó, en mi papá que me dijo que ya estaba mejorando, en mi perro muerto cubierto de tierra; si llego temprano a algún lugar me da tiempo de pensar y pensar me deprime, bien cabrón. La cosa es que una semana después sí llegué a tiempo, bueno, no tan tarde.

Ese día me puse guapa porque me sentía bien; recuerdo que me puse unos pantalones limpios, una blusa blanca y sandalias, hasta usé un bolso y me peiné. En cuanto llegué los terapeutas salieron de cuarto y dejaron a un chico dentro, se presentaron y me dijeron que haríamos una actividad en la que le aventaríamos cojines y diríamos cosas ofensivas. Yo no entendía nada, ¿por qué tenía que lastimar a alguien que acabo de conocer? Pero medio lo intenté, le aventé cojines pero no pude abrir la boca para nada. Ah, para esto debo mencionar que en terapia- este tipo de terapia- todos debemos estar descalzos. Y ya, terminó el ejercicio y tuvimos que decir cómo nos ayudó lo que hicimos, pero nada de consejos o decirle qué pedo a la persona del ejercicio, todo es sobre ti y cómo te afecta. En terapia hablamos poco y hacemos mucho, no hay mesa de café ni rezos ni nada de lo que la tele me vendió, pero increíblemente me funcionó, por primera vez en la vida un terapeuta de verdad me ayudaba.

Ya llevo algo así como 6 meses- quizá más, quizá menos- y cada viernes lloro, moqueo y berreo, no sé si la terapia me ayuda o si es la oportunidad de poder deshacerme en lágrimas una vez a la semana de 12 a 2, pero algo sí he aprendido: todo el mundo debería ir a terapia, pero no todos son tan fuertes como para aguantarla. Una vez llegué a terapia y lo primero que le dije a mi terapeuta fue: "la neta no quería venir, pero estoy aquí porque no quiero perder mi lugar" y mi terapeuta me respondió algo que me cambió la vida (¡De verdad!) "Tan solo con estar aquí hoy, en la terapia, ya eres valiente, porque significa que estás haciendo algo para estar bien". BUM. A una amiga le recomendé ir a terapia, le dije esa frase y créanme, neta le cambió la vida tembién. 

Es un asco y me repugna la gente que cuando ve a alguien llorando lo primero que dicen es No llores, todo va a estar bien. ¡Agh! Me dan ganas de patearle los ojos. Carajo, si alguien llora es porque necesita llorar, porque tiene un chingo de emociones acumuladas y putamadre DEJA A LA GENTE LLORAR, es su dolor, no el tuyo. Le gente no sabe cómo lidiar con el dolor ajeno y por eso prefiere ahorrárselo diciéndole a la gente que no llore. Si no quieres ver a alguien llorando vete, punto.

Y bueno, en esta entrada del blog no pretendo darles una lección de que la vida es maravillosa, porque no todas las vidas son maravillosas, me doy cuenta cada que uso el metro, veo gente que sólo está gastándose la vida en un trabajo pitero, en una familia pitera a la que quiere sólo porque tiene la obligación de quererla (¿cómo que no quieres a tu mamá? Ella te dio la vida, te dio todo. Ajá, y tu vida es bien padre y gracias mami, gracias papi, gracias familia y gracias vida miserable). En serio, hay que tomar un tiempo para tener la vida que quieres y si "no puedes"- sí puedes, pero no quieres esforzarte, perro- sueña un poco, arma un libro de recortes con lo que sueñas, colecciona telas que usarías en vestidos bonitos, escribe una novela que jamás te vas a atrever a publicar. 

Si elegiste una vida miserable está bien, pero no te conformes, a la única persona a la que tienes que darle cuentas es a ti. Si un día te quieres largar a otro país aunque no tengas un peso para comer, hazlo, pero asume que las cosas se ganan poco a poco. Créeme, no vas a querer llegar a un punto de tu vida y darte cuenta de que, por hacer lo que se supone debías hacer, ya te gastaste media vida en algo que no te hace un ser pleno.

Y ya, mi consejo de esta noche es que si estás deprimido o crees que tus problemas son tantos, ve a terapia, vas a conocer gente con problemas bien cabrones y vas a tener un espacio para que a alguien le interese lo que te pasa. Eres valiente con el siemple hecho de querer hacer algo por tu vida. Planeaba que esta entrada fuera bonita, motivadora y que todos vieran cómo es realmente tomar terapia. No me salió chido, creo que otra vez estoy deprimida, pero ya les contaré el lado culs.